DISOCIACIONES III

Hay algo atrapante, misterioso y casi indescifrable tras cada uno de ellos. Tal vez eso escondido que encierra la mente humana, que tan quieta está a veces y tan temiblemente despierta otras. Como sea, llevar semejante sello no es una carga liviana: verdaderos o falsos, podemos encontrar aquí los inconvenientes que puede conllevar padecer un caso de Desorden de Identidad Disociada.

CASO III.- Cuando encontraron a Viviana Castro asesinada en la plaza de Pringles, el pueblo se conmocionó. Había sido un verdadero caso de desorden de identidad disociada, o deberíamos decir “desorden de identidad pasionalmente disociada”.

Viviana era una madre ejemplar, una esposa cariñosa y una vecina amable. Todo lo que un hombre hubiese querido. El problema no era que fuese codiciada por varios hombres por sus dotes físicas y espirituales. El verdadero inconveniente de Viviana fue su estructura.

Fue criada por una familia de la aristocracia pringlense, bajo la tutela de un padre extremadamente firme y exigente. La ley moral pendió sobre su cabeza durante toda su infancia y adolescencia. Sus amigos de la cuadra dicen que no decía malas palabras, que se tapaba los oídos si escuchaba hablar de sexo y que cuando iba al baño en la secundaria esperaba a que todas sus compañeras se fueran para hacer lo propio.

Pudorosa como ninguna, Vivi conoció a Esteban y se enamoró perdidamente. Se conocieron, se casaron y tuvieron dos hijos. Luego parece que llegó el desencadenante de todo, se abrió la puerta al infierno.

El padre de Viviana falleció de un ataque al corazón y fue como si en el ella liberaran a una bestia. Desprovista de su traba moral originaria, de su cinturón de castidad familiar, Viviana desató en sí una serie de amantes fervorosas y descontroladas que azotaron el pueblo por siete días: por la mañana era la esposa fiel que preparaba el desayuno a la familia y apenas se iban Carlos al trabajo y los chicos a la escuela, llegaba Claudia, la prostituta, más tarde Karina, la cazahombres a la que le gustaba disfrazarse de enfermera y finalmente Susana, una esposa común y corriente, pero infiel. Todas estaban prolijamente acomodadas como en una agenda entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Los hombres de Pringles estaban maravillados de los servicios que tales doncellas brindaban pero quedaban perplejos y pensativos intentando saber por qué Viviana se comportaba de esa manera. Por supuesto, pueblo chico infierno grande, pero a Carlos ni una palabra de nada.

El tema fue el séptimo día, que Carlitos (así le decía ella) salió un rato antes del trabajo y pasó por lo del vasco Gorrendeneia a comprar un salamín para la picada. Sorpresivamente el negocio estaba en penumbras pero se mandó igual sin preguntar porque era como de la casa. Espectáculo tremendo y fatal el que vio ese pobre hombre detrás de la heladera de los quesos: una enfermera atendiendo al vasco con tratamientos muy poco ortodoxos, y esa enfermera era Viviana, sólo que ella no lo sabía. La agarró de los pelos y se la llevó a la rastra del lugar. El vasco corrió atrás pero no los alcanzó porque, además de estar gordo, es muy difícil desplazarse rápido con los pantalones por el suelo.

Lo siguiente fue el cuerpo de la madre ejemplar, la esposa cariñosa y la vecina amable, tendido en el centro de la plaza de Coronel Pringles son una cuchillada al medio del pecho.

Muchos hombres entendieron las causas de semejante atrocidad y se lamentaron de la terrible perdida que había sido para todos. Las mujeres organizaron una marcha contra la inseguridad frente a la casa del intendente, pensando que habría algún asesino suelto y alguna vez podía pasarle a ellas. La policía buscó a Carlos durante tres meses hasta que lo encontraron comiéndose una picada en el paraje Las Oscuras y recién después de tomarse todos juntos una ronda de vermut, se lo llevaron en cana.

Y decimos que este era un verdadero caso de “desorden de identidad pasionalmente disociada”, porque a partir de este suceso y del diagnóstico psiquiátrico obtenido gracias a los testimonios, el trastorno se puso de moda en el pueblo y fue usado como atenuante por aquellos maridos infieles que eran descubiertos por sus esposas en flagrante delito de adulterio.

Comentarios

Mily ha dicho que…
"hicieron una marcha frente a la casa del intendente..." se me pianta un lagrimón...jajaj
Hubiera estado bueno que aparezca en la estación de servicio abandonada, da como mas terror y contradictoriamente es un lugar festivo :P
Ah otra cosa...si Viviana hubiera estado viva, en vez de marcha en frente, se metía en la casa del intendente y........fiesta en la pileta con todas las personalidades juntas!!!!!jajajajjaja
Franco ha dicho que…
Mily: este es un comentario con un guiño de complicidad para usted y un velo de misterio para el resto de los lectores.
A. ha dicho que…
A:- ¡Que lindo que es cuando se legitiman los trastornos!. Me acuerdo que una vez me agarró ese trastorno y fui a la casa de...
Conciencia:- No!, pará..eso no lo podés contar porque va a salir al aire...
A:-Ah, pensé que se podía...bueno, está bien.



Esto es una porquería, Franco. Está malllll, es inmorallll. Las divinidades (incluyendo a Freud y Darwin) se van a hacer un festín con vos.
Franco ha dicho que…
A.: ¿Una porquería para quién?¿Para mí o para usted?
En el primer caso, la sanidad viene para mí por este blog.
En el segundo caso ¿es una poquería porque describe demasiado algunos de sus rasgos? En tal caso, la sanidad para usted vendrá por seguir aportando a este blog.

Salud!
A. ha dicho que…
¿Sanidad? Venga!
Sólo tengo para decir sobre esa mujer...lo más interesante que aprendí en Valencià... "Ta mare serà una santa, però la teua eres una filla de puta"

Salud.
¿Alguien le robó la cuenta de usuario a A.?

:-/

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