Hoy mismo
Esta es una de esas típicas historias donde la humanidad entera se pesca la misma peste mortal y parece no haber salvación para nadie. La película ya la vi varias veces.
No recuerdo bien en qué año, pero la cuestión empezó en un lugar determinado, que tampoco sé cuál es.
La gente empezó a morir dormida. Sí, así. Nada traumático para quien se retira del terreno, pero tan traumática como puede ser la muerte repentina para los que permanecen.
La típica: primero dijeron que era un virus, porque los médicos cuando no saben qué cuernos tiene un paciente le echan la culpa a los pobres virus que ni siquiera tienen vida propia. Después se avivaron de que se trasmitía por el aire, pero a una distancia máxima de dos metros.
El decreto mundial fue clarísimo: quienes quisieran conservar sus vidas deberían permanecer a un mínimo de dos metros de distancia de las personas que tenían alrededor. La vida misma sin el condimento de cientos de besos, abrazos y caricias diarios.
No sé si usted como lector sabe lo que significan esas palabras, seguramente la tradición oral se encargará de contárselo. Una mano que da un vuelto y roza otra mano al pasar es un tesoro en estos días, mortal, pero tesoro al fin. Los esposos quieren tener hijos pero no existe el contacto físico. Ser una sola carne en estos días es para amantes suicidas. Una madre no quiere otra cosa que amamantar a su recién nacido, pero no puede y el niño llora a más no poder para conseguir aferrarse en su angustia intuyendo quizá que hay algo así como el olor maternal que da seguridad. Cualquiera desea desde lo más profundo de su alma calmar la angustia honda en un abrazo comprensivo, pero debe conformarse con una mirada comprensiva pero lejana que refleja el propio dolor.
No sé si ya habrá pasado todo esto. No me acuerdo ni dónde, ni cómo empezó. Pero tampoco me importa. Lo único que me interesa en este momento es ella. No puedo parar de mirarla cuando nos cruzamos de lejos. Ya hablamos y me dijo que le pasa lo mismo que a mí y esa frase nunca se alejó tanto de ser una frase armada: vino a tener el sentido suficiente para hacernos suspirar otra vez y lloramos.... lloramos mucho hablando de esto.
Esta película ya la vi varias veces. Pero nunca la había vivido.
Hoy mismo, ella y yo vamos a recuperar el nosotros y conquistar los tesoros de la humanidad que nos fueron quitados por quién sabe qué cosa. Hoy mismo, en nombre de la ternura, nos animamos a dormir para siempre.

Comentarios
Luz