Un día me desperté con ganas de ser otro. Con ese impulso que a uno le agarra algunas mañanas, salté de la cama como si hubiera sonado la alarma de incendio y fui a bañarme con la actitud del que quiere comerse el mundo, a la pasada me enganché el cable del velador y me pegué un mamporro que ni te explico. Ahí ya me dí cuenta que ser otro no iba a ser tan fácil. Mientras me comía una tostada pensé cómo sería eso de ser otro. ¿Qué otro iba a ser si siempre había sido yo? No había día que no hubiera pasado viviendo yo y sin embargo sentía que necesitaba ser más otro. Y ahí nomás, con el último trago de café con leche en el buche, me dije "Norman, vos tenés que ser otro yo"- me hablé en tercera persona para darme ánimo y mirá si me habré escuchado que apenas me encontré al pelado en la oficina le conté mi idea. -Pelado, hoy me lavanté con ganas de ser más yo que nunca. -Vos estás en pedo, gordo. -¿Por? -¿"Por"? Porque hoy en día nadie es quien es, así que no te hagas e