Sacate la careta

Un día me desperté con ganas de ser otro.

Con ese impulso que a uno le agarra algunas mañanas, salté de la cama como si hubiera sonado la alarma de incendio y fui a bañarme con la actitud del que quiere comerse el mundo, a la pasada me enganché el cable del velador y me pegué un mamporro que ni te explico. Ahí ya me dí cuenta que ser otro no iba a ser tan fácil.

Mientras me comía una tostada pensé cómo sería eso de ser otro. ¿Qué otro iba a ser si siempre había sido yo? No había día que no hubiera pasado viviendo yo y sin embargo sentía que necesitaba ser más otro. Y ahí nomás, con el último trago de café con leche en el buche, me dije "Norman, vos tenés que ser otro yo"- me hablé en tercera persona para darme ánimo y mirá si me habré escuchado que apenas me encontré al pelado en la oficina le conté mi idea.

-Pelado, hoy me lavanté con ganas de ser más yo que nunca.

-Vos estás en pedo, gordo.

-¿Por?

-¿"Por"? Porque hoy en día nadie es quien es, así que no te hagas el banana y seguí siendo vos.

-Eso es lo que digo, quiero ser yo, ¿me entendés? Quiero sacarme la careta y que el mundo vea al verdadero Norman.

-Yo lo único que entiendo es que te tenés que sacar la careta esa que te inventaste esta mañana y mostrar la caripela tuya de todos los días.

Me dejó pensando en qué cara le muestro al mundo todos los días. Y la verdad es que no quiero andar por ahí dando lástima con cara de culo, protestando por lo que tengo que hacer en el laburo, quejándome de las cosas que tengo en casa, refunfuñando por lo que no hice y cabizbajo por lo que pasó. Ése es el yo no quiero ser.

Como tengo una amiga que es psicóloga la llamé y la invité a tomar un café para ver qué me decía. Quedamos en encontrarnos en un café de Av. Alem, así que me tomé el bondi y fui para allá.

Expuse mis ideas a Graciela y a ella se le iba dibujando una sonrisa en la cara. Con una mirada cómplice pero de superada inició este diálogo:

-Nor, ¿vos estás contento con la vida que llevás?

-¿Que llevo a dónde? Mirá, yo vengo viviendo bien, pero hay algo que me falta y creo que, como te dije antes, se trata de que pueda empezar a ser otro. Quiero ser otro. Quiero ser yo-mismo más que nunca.

-¿No te estarás queriendo escapar de algo vos?

-Graciela, vos sabés que yo te quiero mucho pero no me estás escuchando. Los problemas van a seguir estando, pero yomismo los puedo encarar mejor que siendo otro. Me quiero escapar de eso que no quiero ser y correr para el lado que quiero realmente.

-Es lindo lo que decís, digo, como imagen, pero conretamente ¿cómo pensás hacer eso?- y se me hizo un silencio adentro, y afuera también, porque me quedé callado. No sabía.

-No sé - le contesté y bajé la cabeza.

Veinte segundos de silencio.

-Acabás de empezar - me dijo. Y como si tuviera un resorte en el cuello volví a mirarla fijo. Siguió hablando- Ayer hubieras empezado a discutir con grandes planteos sobre la vida y te hubieras mostrado seguro como siempre, haciéndome creer que tenés todo controlado. Pero hoy fue diferente: te mostraste inseguro frente a lo que no sabías... ya empezaste a ser otro, me gusta la idea.

Se me debe haber iluminado la cara, porque Graciela se empezó a reir a carcajadas diciéndome que parecía un chico de lo emocionado que estaba. ¡Era verdad!¡Nunca me había alegrado tanto de no saber qué hacer!

Así que ahí nomás empecé a ser yo mismo. Ojo, no es fácil porque el mundo, como el pelado, me pide todo el tiempo que sea otro, que le venda el verso de que estoy bien todo el tiempo a base de un equilibrio interno que logro por tomarme un vaso de no-se-que-cosa-verde-agua que encima tiene gusto amargo.

Yo quiero gastarme el tiempo en cosas que importen y saber, no sólo sentir, que vivo por algo. Quiero darle a lo mínimo el valor mínimo y atesorar y defender con los dientes lo más grande. Y dejar que lo más grande esté en un momento chiquito de una charla con mi amiga sin saber qué decirle.

Ese soy yo. Y no lo saqué de ninguna publicidad que se haya pegado.

Soy yo, porque estaba adentro mío.